Modus cooperandi.
Vivimos en sociedad por lo que no cabe duda de que aprender a cooperar y trabajar en equipo resulta fundamental en la vida de cualquier persona. Las habilidades sociales que nos permiten lograrlo no surgen de la nada siendo inherentes a cada persona, sino que se pueden practicar y desarrollar, y es importante que aprendamos a relacionarnos y a interactuar con los demás. Si a estas premisas le añadimos el hecho de que todos podemos aprender de todos, usar el aprendizaje cooperativo en clase para que nuestros alumnos aprendan juntos a hacer cosas solos va a permitir que aprendan más y mejor, porque se aprende más cuando enseñamos a otros (ver siguiente figura), mientras ofrecen lo mejor de cada uno para el grupo.
Aunque pueda sonar “novedoso” el aprendizaje cooperativo no es nada nuevo, sin embargo a pesar de sus múltiples ventajas frecuentemente se deja de lado en las clases. Sus detractores a menudo argumentan la injusticia de que unos trabajen más que otros, o que supone un aumento de conflictos en clase además de quitar tiempo para dar el programa de la asignatura (¡¿Alguien conoce a un profesor al que le dé tiempo a dar todo el programa?!). Pero cuenta con numerosas e importantes ventajas: crea interdependencia positiva, permite el desarrollo de habilidades sociales, ayuda a la integración y la aceptación de la diversidad, fomenta de la responsabilidad individual y aumenta la autoestima, etc. A continuación encontraréis un video que os permitirá profundizar más en el aprendizaje cooperativo.
Entonces es muy fácil, que se pongan a trabajar juntos en grupos de amigos y ya está. NO. Hay que conocer bien a la clase para poder organizar los grupos lo mejor posible, de forma que todos se puedan beneficiar del aprendizaje cooperativo. Para que el aprendizaje de este modo sea exitoso y eficiente el docente necesita intervenir y conseguir cohesionar el grupo, enseñar a trabajar en equipo y finalmente que los alumnos aprendan trabajando en equipo. Si aún no lo ves del todo claro te recomiendo que leas el programa CA/AC (“Cooperar para Aprender/ Aprender a Cooperar”) de Pere Pujolàs y colaboradores para enseñar a aprender en equipo.
Y para acabar esta entrada os dejo una semana más la escalera de la metacognición:
¿Qué he aprendido?
Cómo empezar a abordar el aprendizaje cooperativo (distintas técnicas para crear cohesión en el grupo; consideraciones para la formación y distribución de los grupos; importancia de establecer normas y roles dentro de los grupos, etc.) y a predicar con el ejemplo.
¿Cómo lo he aprendido?
A través de la explicación en clase de los distintos factores y a través de la ejemplificación y vivencia en clase de distintas técnicas como la pelota de papel, la entrevista o… ¿sujetar al profesor para que no se desnuque? Las consideraciones para la formación y distribución de los grupos se han interiorizado a través de la práctica con una planificación que encontraréis en la actividad 5.
¿Qué ha sido fácil o difícil?
Formar grupos puede ser como completar un pequeño rompecabezas, sólo que nadie te asegura que haya una solución a ese rompecabezas, ni que tu planificación vaya a resultar efectiva una vez que se ponga en práctica. Sin embargo sigue siendo importante planificarlo de antemano considerando distintos factores que pueden cambiar según el grupo y la experiencia. En cuanto a qué ha sido fácil, debo confesar que organizar los datos porque gracias al trabajo colaborativo de la clase de innobiogeo no fue necesario que cada uno se organizara su propia tabla en la que transcribir los datos de los alumnos ya que se compartieron a través de Google Hojas de cálculo (¡Muchas gracias a los compañeros de la clase de @javieducacio!)
¿Para qué me ha servido?
Para conocer los elementos claves que hay que tener en cuenta a la hora de diseñar una buena estrategia para el aprendizaje cooperativo, la necesidad de trabajar la cohesión de grupo y reafirmar la importancia de las habilidades sociales en la visión que tengo para mis futuros alumnos. Me ha servido también para experimentar que no es una tarea sencilla y darme cuenta de que todo debe estar en consonancia con la clase, que no se puede establecer una “fórmula” para aplicar a todas las clases, sino que debemos adaptarnos a nuestros alumnos.
¿En qué ocasiones puedo usarlo?
Para poder planificar agrupaciones de futuros alumnos para realizar proyectos o actividades en común sabiendo la importancia de otros factores, consideraciones, técnicas y dinámicas para facilitar el éxito del aprendizaje cooperativo. Y, por supuesto, ¡para ponerlo en práctica en clase!
Comments