Reconsideraciones sobre la evaluación.
Casi por inercia tendemos a repetir los métodos de evaluación que hemos vivido durante nuestra etapa de estudiantes. Esos métodos en los que te jugabas gran parte de tu nota en un examen, que a veces sólo servía para valorar tu capacidad para memorizar.
Pero esto ha cambiado pues ahora no sólo se tienen en cuenta los conocimientos sino también las competencias (tal y como establece la LOMCE) que resultan claves en numerosos momentos de la vida y el trabajo. Así pues, los profesores en formación debemos aprender a evaluar tanto los conocimientos como las competencias, y esto, cuando no has evaluado nunca, puede asustar un poco.
Como cada semana, os presento mi escalera de la metacognición.
¿Qué he aprendido?
Que la evaluación va más allá de las clásicas pruebas escritas y que contamos con numerosas herramientas, tanto digitales (Google Forms, Class Dojo, CoRubrics) como no digitales (rúbricas, cuadernos de clase, presentación de trabajos, etc.) para evaluar conocimientos y competencias.
Que decidir cómo evaluar requiere esfuerzo y puede acompañarse de inseguridades que compartimos muchos de los profesores en formación.
Que la evaluación debe servir de autoevaluación al alumno para que sea responsable y protagonista de su aprendizaje y pueda reflexionar y aprender, para lo cual necesita que se le proporcione un feedback sobre los aspectos positivos y aspectos a mejorar.
Que los alumnos saquen buenas notas en los exámenes no significa que hayan aprendido ni que se sea un buen profesor.
¿Cómo lo he aprendido?
A través de la presentación de clase proporcionada por @NVilandry, de los recursos didácticos obtenidos de los profesores @javieducacio y @MGarasa en el proyecto “Por 8 razones” y del uso de Google Forms para realizar la actividad 3.
Con la presentación colaborativa propuesta en clase (que encontraréis en la imagen de arriba) en la que debíamos responder en grupo a una serie de cuestiones y con la lectura de las conclusiones de otros grupos. También a través de la realización de la actividad 3 e intercambios de opiniones con los compañeros de clase del máster.
De nuevo con la presentación de clase y con el cuestionario en Google Forms que tuvimos que contestar la semana pasada en el recibíamos las respuestas nada más terminar el examen y en el que las respuestas falladas se acompañaban de una explicación.
Con la realización de un examen sobre un texto un tanto absurdo (que encontraréis a continuación)) en el que acerté todas las preguntas y en el que la inmensa mayoría de la clase sacó notas muy buenas, pero no aprendí nada.
¿Para qué me ha servido?
Para empezar a reflexionar sobre la evaluación de mis futuros alumnos desde una perspectiva diferente y empezar a tomar contacto con herramientas útiles para la evaluación y empezar a experimentar su manejo.
Para confirmar que se puede estar inseguro y que el hecho de tener dudas e inseguridades sobre lo que haremos para evaluar a los alumnos indica que nos preocupamos porque la evaluación sea justa y se haga de forma correcta.
Para corroborar la importancia del feedback y aplicarlo en la realización del cuestionario de la actividad 3.
Para entender que no te hacen mejor profesor el que tus alumnos saquen mejores calificaciones en un test, y reflexionar sobre el papel de los exámenes en la evaluación.
¿En qué ocasiones puedo usarlo?
Podré usar varias de las herramientas proporcionadas para organizar un sistema de evaluación más justo en el que se valoren de forma lo más objetiva posible otros aspectos y no sólo los conocimientos.
Tener el apoyo de compañeros en la misma situación y con dudas similares servirá como respaldo a la hora de plantear los sistemas más correctos de evaluación.
Para no perder de vista la necesidad del feedback para que los alumnos puedan ser conscientes de su propio aprendizaje.
Cada vez que plantee un examen deberé reflexionar sobre la utilidad del cuestionario.
留言